El agua de nuestros grifos es potable, es decir cumple la normativa vigente respecto al agua de consumo.
Sin embargo, hay personas que pensando que no es la más saludable, disponen de dos opciones: comprar agua envasada o filtrarla en casa.
Aquí explicaremos sólo este segundo caso, que suele generar muchas dudas.
Hay básicamente tres tecnologías para filtrar el agua en casa:
- Filtros de carbón, cerámicos y similares (jarras)
- Ósmosis inversa
- Depuración al vapor

Los filtros de carbón, suelen ser buenos para sacar un número limitado de contaminantes, como por ejemplo el cloro que lleva el agua del grifo, y mejoran así su gusto. Pero en términos relativos, por decir una cifra orientativa, no van más allá de limpiar un 10% de los contaminantes posibles que nos encontramos en el agua de red. Especialmente elimina el cloro que da un cierto sabor desagradable al agua.
La ósmosis inversa, dispone de una membrana que puede remover hasta el 95-98% de las substancias que lleva el agua. Este proceso es lento, casi gota a gota. Por este motivo, además de los filtros, suelen disponer de un depósito donde se guarda el agua recién filtrada, a la espera de la persona abra el grifo que se suele instalar junto a la del agua fría y caliente. Todo el equipo se coloca debajo del fregadero, antiguamente con los filtros y el depósito por separado y, hoy en día, se suele incluir ambas partes dentro de una caja de forma y tamaños similares a una torre de ordenador.
La depuración al vapor, más que filtrar, lo que hace es evaporar el agua, enfriando posteriormente este vapor exento de contaminantes, con lo que su eficiencia en términos de depuración está por encima del 99%.